jueves, 14 de enero de 2010

Teo

¡Teo ! ¡Recoge tu cuarto antes de cenar !. La voz de su madre atravesaba el pasillo y la puerta de su habitación. Con ese tono inconfundible de “mas te vale hacerme caso”. Resignado, Teo mira a su alrededor. Miles de piezas de construcción se amontonaban y se desparramaban por el suelo de su cuarto. ¿Qué importancia tiene eso? El sabe llegar con sus pequeños pies a la cama, saltar de un brinco hacia la ventana y todo sin apenas rozar una de esas minas “anti-madre” coloreadas. Acaso creería su madre que esos maravillosos instrumentos de diversión quedarían mucho tiempo guardados en su cubo. Qué manía tienen las madres de ver desorden en la mitad de la entropía. Teo intuía precisamente donde estaba cada pieza, su forma, su color, su posición dentro del espacio-tiempo de su habitación. Sabía que estructuras podría construir con cada una de ellas, las que encajaban y las que no y aun así conseguía mantenerla unidas, para eso era muy mañoso… claro que no era mago. Se dispuso a cumplir con las ordenanzas de su madre, sabia que esa tarde había postre y no quería perdérselo.



Tomo sus cubos y una a una fue metiendo las piezas en ellos. Algunas eran nuevas otras viejas, regalos de Reyes y herencias de los primos que decidieron jugar a ser mayores. Cada una provocaba en él una infinidad de sueños y recuerdos. Recordaba los castillos, las murallas, las torres, dragones y portaaviones que había hecho con cada una de ellas, pero a la vez miles de ideas se agolpaban en su mente, nuevos juegos surgirían con esas piezas, miles de historias, de caballeros, batallas, viajes a la luna y nuevos planetas por conquistar…
La hora de la merienda llegó y todas las piezas quedaron en el cuarto, dentro de sus cubos.




Martes, o jueves, qué más da. Me ubico tras la pata de la cama de Teo, a veces pienso que se ha olvidado de mí. Atrás ha quedado el breve lapsus de tiempo que permanecí a salvo de las jugarretas del chiquillo, rodeada de otras tantas piezas conocidas y que he de decir añoraba bastante. Aquí medio a oscuras, espero a que Teo me tome para formar alguna estructura importante, algo bonito, juntarme con mis piezas preferidas…




Os hecho de menos, y aunque el destino, Teo, lo decide casi todo, creo que saldré de detrás de la pata de la cama para que darle a entender que estoy aquí y decida ponerme en mi sitio. De todas formas, se que su mamá, Navidad, volverá a unirnos a todos en nuestro cubo otra vez, aunque solo sea un rato. Porque la vida en el fondo es un juego… un juego donde no estamos solos. Por los castillos construidos y por lo que queda de construir.





Dedicado a 2 piezas en especial, que me “obligaron” a actualizar el blog.

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