viernes, 2 de noviembre de 2012

El ruiseñor y la rosa (al son de lagartijas) 1/2

Oscar Wilde ft Lagartijas al sol

 -Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín.
Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.
-¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.
Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.
-¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.
-He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.
-El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.
-He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.
-Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.
Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.
-¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.
-Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.
-Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.
-Llora por una rosa roja.
-¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!
Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.

¿Cínica, yo? ¡Es que mi amigo el ruiseñor es un blandengue! Menudo estudiante del tres al cuarto. Mira que estudiar tanto para nada. Tanta cabeza y sin usar. Pues no podrá pasearse y buscar una rosa roja en otro jardín... ¡aventura amigo! Piensa, piensa y si tan importante es la rosa roja para esa niña de la que tanto sueñas idolatras e idealizas me parece a mí que seréis almas gemelas. ¡Tonto uno, tonto el otro! Qué más da rosa roja o blanca, si todas tienen espinas. ¡Más me valdría una mirada una sonrisa o un poema! Que las rosas son efímeras, quizás como el interés hacia el estudiante de su  musa mezquina.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.
A la gente le gusta dar definiciones complejas a cosas simples para parecer inteligentes. No hay misterio ni fantasmas: amor es conocer de verdad lo bueno y lo malo de una persona y pensar "y aun así es la mejor, al menos para mí". Lo que pasa es que es estudiante se ha quedado embelesado con su musa idealizada, se subió a la nube pero veras cuando se dé cuenta de que la nubes parecen de algodón pero de agua son.
De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.
Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.
En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.
-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.
Pero el rosal meneó la cabeza.
-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.
Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

Algún día tendré que darle una charla al ruiseñor... lo malo de las charlas es que solo se entienden una vez cometido el error y no antes. Esa estupidez de asemejar el amor a la muerte siempre me pareció horrenda. Es como si alguien afirmase que un sol pudiese dar luz negra y fría, entonces por definición, no es sol, más bien agujero negro. Y es así que nunca deberías fiarte de quien asemeja amor a muerte… eso no es amor, es veneno pero cada cual hace lo que quiere.
Y así es, que el ruiseñor está dispuesto a sacrificarse por algo tan materialista y efímero como una simple por una simple rosa roja.

Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.
El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

Y encima de pasmado, llorón... como si las rosas tuvieran patas y pudieran venir corriendo a sacarle de su gran sufrimiento... picarte en las nalgas deberían. Me cae mal este llamado estudiante... pero es que en la valla de piedras de su jardín tengo muchas horas de sol.

-Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.

Este no es un verdadero enamorado, un verdadero enamorado calla y solo habla a su enamorada, que no sirve de nada predicar tu amor a los cuatro vientos si luego no se lo dices a la persona indicada.
El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.
Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.
-Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!
Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.
Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.
"El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Qué lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!"

¡Claro! porque no hay nadie mas frío y calculador que los poetas y artistas. ¡Puro hielo! Yo creo que este estudiante no ha abierto un libro en su vida, los debe de coleccionar en su estantería y por ello se cree sabio... pobres libros llenos de polvo como el cráneo del susodicho. Pobre ruiseñor ¡ay! si fuera menos inocente…

Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.
Al poco rato se quedo dormido
Pobre estudiante los problemas tan grandes que tiene no le dejan dormir...¡ah! que está roncando a pierna suelta. Entonces, ahí esta la magnitud de sus problemas....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lagartija.......ya estaba esperando unas letritas.
Sigue escribiendo